Difícil mantenerse impasible ante tanta soledad, silencio
no buscado, ni pedido, ni deseado, pero hallado un día por sorpresa y del que
nunca más habrá tiempo, ni oportunidad para desprenderse.
¿Qué significan esas sonrisas sin vida?
¿Por qué casi te traspasan fijos sus ojos, esperando los
tuyos?
¿Qué sensación produce tu mirada en ellos?
En la mayoría de
las ocasiones ni tan siquiera sabes si miran, o es un acto reflejo de sus
mentes confundidas.
Son momentos terribles y desgarradores que a veces tratas
de acortar, para evitar sumergirte en un latente sufrimiento que se queda
impregnado en la piel y en el cuerpo entero. Apelas a la invulnerabilidad, para resistirte a la primera intención, que es abandonar a toda prisa ese
entorno tan desolador.
Pero los sentimientos son incontrolables y no sirve de
nada negarse a ellos, pues cuanto más deseas alejarte, más te agrietan y te
rompen, dejándote hecho trizas, hasta
que con un gran esfuerzo, logras apartar de la mente tan doloroso trance para conseguir permanecer en su compañía.
Miras a uno y a otro, ¡se hace muy duro observarlos por
separado!, pudiendo casi descifrar como eran sus vidas anteriores. Y sientes como
al hacerles una caricia, te premian con una sonrisa, provocando que se derrumbe la poca fortaleza que te queda. Cuentan retazos de sus recuerdos más preciados, de esa vida que les ha
cerrado las puertas de la memoria.
De pronto murmuran: ¿Quién eres? Y explican un hecho que ocurrió hace años, del
que te haces eco, como si lo hubieses
presenciado, te introduces en la
conversación y al poco rato estás a la deriva, como ellos. Lamentas su tristeza,
cuando sin darse cuenta sacan a la luz, secretos que han guardado toda su vida,
pero son recuerdos tan sublimes que ni siquiera la innombrable maldita
enfermedad ha conseguido arrebartarles.
De vez en cuando alguien te toma de la mano y canta una canción, entonces notas un nudo en la garganta, al
escuchar de sus labios un pequeño suspiro, le acompañas en la
melodía y al acabarla, un aplauso le hace sonreír. Con disimulo,
giras la cabeza para ocultar una lágrima que desciende por tu mejilla sin poder
retenerla.
Intentas comprender:
¿por qué ya solo les queda eso?, pero es algo imposible de lograr. Y
abandonas el lugar con el desánimo reflejado en el rostro y en el corazón. Casi
todos levantan la mano para decirte: Hasta
pronto, e incluso alguno lanza un beso al aire. ¡Imposible dilucidar si
realmente tú eres el destinatario!
Cuando se lleva tanto tiempo visitándolos, cada uno de
ellos acaba convirtiéndose en un miembro
más de tu familia, algunos con tanta intensidad que el día que faltan, algo se te rompe dentro, y no solo les lloran los suyos, les lloras tú
también; y en silencio pronuncias: “A revoire”, como le gustaba despedirte los domingos por la
tarde.
Un día cualquiera
al llegar, las personas que les cuidan comentan que alguno de ellos no se ha despertado. A pesar de la tristeza que te invade, en el fondo del alma te alegras y piensas que era lo mejor qué podía ocurrir:
Pues qué sentido
tiene vivir una vida sin sentido.