EL ÚLTIMO ENCUENTRO SÁNDOR MÁRAI
AUTORES INDIES
Cuando mi amigo me comentó que tenía dos libros publicados en Amazon, pero que no estaban en papel, enseguida me compré una tablet para entrar en ese mundo desconocido para mí, es decir el de los escritores que tienen que hacer ellos solos todo el trabajo. Muchas personas me hablaban del ebook, pero yo me resistía a cambiar, pues lo que me gusta es tener los libros en mis manos.
Me gustaría hacer una pequeña introducción sobre la vida del autor, novelista, periodista y dramaturgo, antes de iniciar la reseña de su obra El último encuentro.
He leído cinco de sus historias, de las que están traducidas al español:
Sándor Márai nació en una pequeña ciudad de Hungría en el año 1900, en el seno de una familia burguesa de origen sajón, cuando aún existía el imperio Austrohúngaro.
Escribía en húngaro, ya que se sentía muy orgulloso de su idioma, aunque empezó haciéndolo en alemán. Se le llegó a comparar con Tomas Mann y Stefan Sweig.
Con la invasión de la Unión Soviética y la implantación del comunismo en su país, toda su obra fue prohibida y tendrían que pasar muchos años para que de nuevo se volvieran a reeditar sus libros.
Vivió en Suiza, París, Budapest e Italia, al final se trasladó a Estados Unidos, donde le fue concedida la nacionalidad.
Unos meses antes de la caída del muro de Berlín y cuatro años después de la muerte de su esposa, se suicidó pegándose un tiro en febrero de 1989.
<<Cómo se transforman los rostros cuando están escuchando música>> Estas palabras del protagonista que pudieran parecer un sinsentido, para las personas que la aman, pueden llegar a ser todo un referente y un modo de vida.
He creído oportuno empezar la reseña con una frase significativa de los sentimientos que afloran continuamente a lo largo de la trama de esta historia, que más bien, se la podría denominar: monólogo, ya que, aunque en la novela intervienen varios personajes, y son descritos en los primeros capítulos, para darnos a conocer su ascendencia, su forma de entender la vida y sus aficiones. No creo relevante hablar mucho de ellos. Y es que uno casi los olvida, a pesar de su presencia continuada, debido a la potencia de los dos personajes principales.
La historia transcurre en un viejo castillo de Hungría donde se reúnen a cenar, después de cuarenta años sin verse, dos amigos que durante veintidós fueron inseparables. Los dos de diferentes estatus sociales. Desde el mismo instante en que se conocieron, sintieron que sus vidas habían quedado unidas para siempre por la amistad. La relación más intensa que puede existir entre las personas, según palabras del protagonista.
Sándor Márai describe con excelente maestría tanto los paisajes y los protagonistas, como la época y costumbres en la que transcurre la novela. A medida que nos adentramos en la lectura, el autor va narrando como un día y sin remedio posible, se produce la traición de esa profunda amistad, mediante el romance amoroso entre la esposa del protagonista y el amigo. Por ese motivo, el primero se encierra en su casa y en sí mismo, incluso abandonando a su esposa y no volviendo a hablarle ni en la hora de su muerte, a la espera de que el segundo, que ha huido sin darle explicaciones, vuelva y entonces, pueda exigirle la verdad.
La prosa que utiliza el autor es clara, sencilla y realista, en la cual quedan reflejados sentimientos de amor, odio, celos, rencor y venganza, que se pasean en un continuo in crescendo a medida que transcurre la conversación de los antiguos compañeros, casi hermanos, para llegar al final, cuando ya no quedan palabras que decir, ni rencores que alimentar al perdón por ambas partes, reconociendo el protagonista que —existen pasiones imposibles de controlar por el ser humano—. Llegado este momento, ni siquiera necesita que el amigo le dé su versión de lo ocurrido tantos años esperada, pues a lo largo de la conversación, en la que éste apenas dice unas palabras, ha entendido la verdad que siempre ha estado buscando.
El autor trasmite a la perfección la importancia de lo que significa una amistad verdadera, que se ve truncada por otros sentimientos, quizá más fuertes, como puede ser, el que provoca la música en seres que viven por y para ella. Seres que nunca se sienten solos si la tienen a su lado envolviendo sus vidas y que nada más pueden compartir entre quienes tienen su misma sensibilidad.
A lo largo de la conversación, el protagonista va dando respuesta a las preguntas que se ha ido formulando durante tantos años al no entender —cual fue la fuerza que pudo unir a dos de las personas más importantes de su vida— y que él no había podido compartir, ni siquiera sospechar, dado que odiaba la música y por ello no prestaba atención a lo que estaba ocurriendo a su alrededor.
<<Y como la música no tiene ningún significado que se pueda expresar con palabras>>, se pregunta continuamente si acaso ese sentimiento que el desconoce es más importante que la amistad.
Después de todos los años que ahora considera perdidos, está convencido de que muchas veces en la vida, las personas se empecinan en quedarse atascadas para no dar su brazo a torcer, por orgullo, miedo o cobardía y no piden ni dan explicaciones cuando es la hora. Una vez llegados a la vejez, es cuando hacen la reflexión que debieron permitirse a su debido tiempo, y aunque ya es demasiado tarde, no lo suficiente como para reconocer que se estaban equivocado y que la culpa no es de una persona sola, sino que cuando se produce una traición, intervienen diferentes factores en la actuación de cada una de ellas.
Así pues con la lectura de El último encuentro, el autor nos invita a entender la importancia de compartir la pesadumbre que en un momento determinado de la vida, puede llegar a ofuscar al ser humano y que al final, solo son trabas que uno mismo se pone en el camino.
En conclusión, este libro de Sándor Márai es altamente recomendable para mantener la mente abierta a todas y cada una de las situaciones que se pueden presentar en el devenir diario.
He leído cinco de sus historias, de las que están traducidas al español:
- Confesiones de un burgués.
- Tierra, Tierra
- La mujer justa
- La extraña
- El último encuentro
Sándor Márai nació en una pequeña ciudad de Hungría en el año 1900, en el seno de una familia burguesa de origen sajón, cuando aún existía el imperio Austrohúngaro.
Escribía en húngaro, ya que se sentía muy orgulloso de su idioma, aunque empezó haciéndolo en alemán. Se le llegó a comparar con Tomas Mann y Stefan Sweig.
Con la invasión de la Unión Soviética y la implantación del comunismo en su país, toda su obra fue prohibida y tendrían que pasar muchos años para que de nuevo se volvieran a reeditar sus libros.
Vivió en Suiza, París, Budapest e Italia, al final se trasladó a Estados Unidos, donde le fue concedida la nacionalidad.
Unos meses antes de la caída del muro de Berlín y cuatro años después de la muerte de su esposa, se suicidó pegándose un tiro en febrero de 1989.
<<Cómo se transforman los rostros cuando están escuchando música>> Estas palabras del protagonista que pudieran parecer un sinsentido, para las personas que la aman, pueden llegar a ser todo un referente y un modo de vida.
He creído oportuno empezar la reseña con una frase significativa de los sentimientos que afloran continuamente a lo largo de la trama de esta historia, que más bien, se la podría denominar: monólogo, ya que, aunque en la novela intervienen varios personajes, y son descritos en los primeros capítulos, para darnos a conocer su ascendencia, su forma de entender la vida y sus aficiones. No creo relevante hablar mucho de ellos. Y es que uno casi los olvida, a pesar de su presencia continuada, debido a la potencia de los dos personajes principales.
La historia transcurre en un viejo castillo de Hungría donde se reúnen a cenar, después de cuarenta años sin verse, dos amigos que durante veintidós fueron inseparables. Los dos de diferentes estatus sociales. Desde el mismo instante en que se conocieron, sintieron que sus vidas habían quedado unidas para siempre por la amistad. La relación más intensa que puede existir entre las personas, según palabras del protagonista.
Sándor Márai describe con excelente maestría tanto los paisajes y los protagonistas, como la época y costumbres en la que transcurre la novela. A medida que nos adentramos en la lectura, el autor va narrando como un día y sin remedio posible, se produce la traición de esa profunda amistad, mediante el romance amoroso entre la esposa del protagonista y el amigo. Por ese motivo, el primero se encierra en su casa y en sí mismo, incluso abandonando a su esposa y no volviendo a hablarle ni en la hora de su muerte, a la espera de que el segundo, que ha huido sin darle explicaciones, vuelva y entonces, pueda exigirle la verdad.
La prosa que utiliza el autor es clara, sencilla y realista, en la cual quedan reflejados sentimientos de amor, odio, celos, rencor y venganza, que se pasean en un continuo in crescendo a medida que transcurre la conversación de los antiguos compañeros, casi hermanos, para llegar al final, cuando ya no quedan palabras que decir, ni rencores que alimentar al perdón por ambas partes, reconociendo el protagonista que —existen pasiones imposibles de controlar por el ser humano—. Llegado este momento, ni siquiera necesita que el amigo le dé su versión de lo ocurrido tantos años esperada, pues a lo largo de la conversación, en la que éste apenas dice unas palabras, ha entendido la verdad que siempre ha estado buscando.
El autor trasmite a la perfección la importancia de lo que significa una amistad verdadera, que se ve truncada por otros sentimientos, quizá más fuertes, como puede ser, el que provoca la música en seres que viven por y para ella. Seres que nunca se sienten solos si la tienen a su lado envolviendo sus vidas y que nada más pueden compartir entre quienes tienen su misma sensibilidad.
A lo largo de la conversación, el protagonista va dando respuesta a las preguntas que se ha ido formulando durante tantos años al no entender —cual fue la fuerza que pudo unir a dos de las personas más importantes de su vida— y que él no había podido compartir, ni siquiera sospechar, dado que odiaba la música y por ello no prestaba atención a lo que estaba ocurriendo a su alrededor.
<<Y como la música no tiene ningún significado que se pueda expresar con palabras>>, se pregunta continuamente si acaso ese sentimiento que el desconoce es más importante que la amistad.
Después de todos los años que ahora considera perdidos, está convencido de que muchas veces en la vida, las personas se empecinan en quedarse atascadas para no dar su brazo a torcer, por orgullo, miedo o cobardía y no piden ni dan explicaciones cuando es la hora. Una vez llegados a la vejez, es cuando hacen la reflexión que debieron permitirse a su debido tiempo, y aunque ya es demasiado tarde, no lo suficiente como para reconocer que se estaban equivocado y que la culpa no es de una persona sola, sino que cuando se produce una traición, intervienen diferentes factores en la actuación de cada una de ellas.
Así pues con la lectura de El último encuentro, el autor nos invita a entender la importancia de compartir la pesadumbre que en un momento determinado de la vida, puede llegar a ofuscar al ser humano y que al final, solo son trabas que uno mismo se pone en el camino.
En conclusión, este libro de Sándor Márai es altamente recomendable para mantener la mente abierta a todas y cada una de las situaciones que se pueden presentar en el devenir diario.
AUTORES INDIES
Cuando mi amigo me comentó que tenía dos libros publicados en Amazon, pero que no estaban en papel, enseguida me compré una tablet para entrar en ese mundo desconocido para mí, es decir el de los escritores que tienen que hacer ellos solos todo el trabajo. Muchas personas me hablaban del ebook, pero yo me resistía a cambiar, pues lo que me gusta es tener los libros en mis manos.
Escribe con un seudónimo J.A. BECKETT y por supuesto sus dos historias fueron las primeras con las que me hice.
No soy muy aficionada al género de novela negra, leo básicamente historia, ensayos y biografías, También disfruto con la novela histórica. Con este me divertí bastante y el segundo ¡ENTRE LAS HOJAS MUERTAS! lo tengo en lista de espera
A raíz de ésto, el año pasado decidí que me dedicaría a descubrir a escritores nuevos. Ahora conozco tantos que no doy a basto, algunos ejemplares los compro y otros me los descargo gratis ¡ojo! siempre que se pueda, pienso que es duro...aunque se haga por afición, trabajar tanto para que la recompensa sea solo que les leamos, sin que a ellos les reporte ningún beneficio económico.
Aún no lo había acabado cuando ella misma recomendó de Josep Capsir, LAS LEYES DE HERMÓGENES, pero no me lo podía descargar, así es que contacté con él y me lo hizo llegar en pdf, aquello me impresionó gratamente y el día 23 de Abril, festividad de Sant Jordi, me fui a Barcelona para que me firmara el libro que presentaba. No pensaba que los escritores podían ser tan cercanos, me había acostumbrado a verlos en los medios de comunicación y alguna vez firmando; solo levantaban la cabeza para preguntar a la persona que tenían delante el nombre y supongo que poniendo a todos la misma dedicatoria. Ese mismo día antes de acudir a conocer a Josep Capsir, pude comprobar como una señora que el único mérito que tenía era salir en la televisión vistiendo glamour, firmaba su libro y tenía tanta gente esperando que me fui bastante enfadada, pensando no volver nunca más, pues a su lado se encontraban buenos autores y nadie les hacía caso.
Una de las cosas que más me ha llamado la atención es ver como se ayudan entre ellos, se hacen publicidad unos a otros o ellos mismos, tan diferente de esos otros famosos engreídos que les molesta cuando un novato alcanza el éxito y no digo lo de novato en sentido despectivo (como un día escuché decir a uno de los que están en la colina) al contrario tienen toda mi admiración. Espero que a estos nuevos autores no se les suba el éxito a la cabeza.
La semana pasada conocí a Lola Mariné, de la que ya he leído tres de sus historias, me ha parecido una persona cercana y nada prepotente. He podido hablar con ella de tú a tú y me he dado cuenta de que tenemos varias cosas en común, además de la lectura.
Pasamos una mañana como lo hacen dos amigas y eso visto desde mi perspectiva de lectora es alentador.
De Mercedes Pinto Maldonado, también he leído cuatro de sus libros, aunque todos me han gustado, me quedo con Maldita.
Quizás quien la haya leído pueda pensar que es una historia un poco irreal, pero a mí me resultó muy tierna.
Solo conozco a la escritora a través de Facebook y algún que otro mensaje privado, pero alguna vez me gustaría poder encontrarla personalmente.
La Interpretadora de Sueños, me situó en Praga donde hacía pocos meses había pasado mis vacaciones, me lo prestó una amiga y por supuesto ahora lo tengo. Ha sido uno de los que me he regalado en Navidad y Reyes.
Tampoco conozco a Rafael R. Costa. No sé si alguna vez se acercará por Barcelona, pero si es así, allí estaré.
Por si tenía pocos en mi biblioteca, ahora mi tablet está cargada de libros. Primero los leo y los que me gustan en cuanto puedo se los pido a sus autores y me encanta cuando el cartero me los entrega.
Aunque la tablet me acompaña muchas veces, sigo eligiendo el libro en papel.
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