domingo, 1 de mayo de 2016

LA PRIMERA ESTRELLA DE LA NOCHE


La historia que nos relata Javier Diéguez  Suárez, con sencillez, sin entrar en palabras ni frases rebuscadas; es parte de la vida de su amiga Nadia Ghulam. Una joven de Kabul, Afganistán, que sufrió experiencias terribles cuando era niña durante las guerras que asolaron a su país, tanto civil como durante el régimen talibán y que revive en un viaje de regreso.

Nadia nos conmueve cuando explica cómo vuelve a su tierra procedente de Badalona, donde vive desde que  una ONG la trajo a Cataluña; para operarla de las múltiples heridas recibidas al estallarle una bomba en su casa y como posteriormente fue acogida por una familia, que la trató en todo momento como a una hija más.

Cuando viaja a su país al entierro de su tía, busca al resto de la familia de la que no se tienen apenas noticias, les ayuda a salir un poco de la extrema pobreza en la que se encuentran, y sobre todo quiere reencontrarse con  su prima Mersal, con la que en muchas ocasiones, contempló LA PRIMERA ESTRELLA DE LA NOCHE, nombre que da título al libro.

A su llegada, después de un viaje bastante accidentado, sus padres aún la siguen tratando igual que antes de marcharse, ya que tuvo la valentía de vivir durante diez años disfrazada de chico para poder mantenerlos, pues las mujeres tenían prohibido trabajar y su padre estaba incapacitado.

Así mismo a través de sus palabras comprendemos lo que significa para ella la vuelta a sus raíces, que descubre con fuerza cuando está allí.

A pesar de que vive entre dos culturas tan diferentes, ella nos muestra  la similitud existente en la lucha de las mujeres, independientemente de que país procedan en lo que se refiere a dignidad y sobre todo a la protección de sus familias.

Probablemente en esta reseña no seré ni objetiva ni crítica como me pidió el autor, pero la primera impresión que tuve cuando recibí el libro, fue de una gran emoción, al comprobar que estaba escrito por una persona tan cercana, sentimiento que se mantuvo cuando acabé de leerlo.

Y no lo seré porque no es necesario, el libro está escrito como a mí me gusta, es una historia real, muy dura, pero real, y tanto Javier como Nadia han sabido mantener mi atención desde la primera página con la carta al lector del escritor, hasta la última.

¿Y por qué no? Tampoco ocultaré la satisfacción que sentí el día que los dos juntos me hicieron la dedicatoria.

Seguro que Nadia regresará a su tierra para poder aplicar los conocimientos que está adquiriendo en el nuestro.

Ojalá algún día, todos los niños del mundo y especialmente los que están padeciendo en la actualidad tanto desamparo, puedan contemplar en libertad esa estrella en sus propios hogares.